DUPLA EN REO
# Uno y # Dos DUPLA EN
REO
Que necedad la mía de querer andar lo andado
Si para beber agua bajo al rio y bajo y subo la empinada
cuesta
y al subir ya tengo
sed de nuevo,
son gajes del oficio, el querer avanzar tanto,
si te ajotas con suplicios, aun madrugando no se llega más
temprano.
Las cargas que en tortura yo me impongo y que feroz dejo la
garra,
La piel, me deshollejo.
Con desesperación mis metas fiel alcanzo,
llego y veo en el estanque mi reflejo, la silueta carcomida,
Cacariza y mísera de un pobre viejo.
¿Valió la pena tanto esfuerzo?
Que hoy mis caletas a reventar en alguna parte afloran
pesos,
Esos pesos que arañe con valentía, con coraje, con esmero
Y que hoy no puedo, si, no puedo gastarlos ni al cruzar el Duero.
Eme aquí detrás del fierro, esa que en reja convirtió el
herrero
Y que oxida mi alma, la entereza, el honor y el amor que muy
dentro llevo.
A ella que le di plaza y a mi diestra enjundia,
Fiel cobijo que guarece imperio.
Hoy, como lobo al lamer lacerante herida,
la quejumbrosa pena lanzada al viento
No basta para consolar la pena, pues entre mas aúllo, mas
pierdo las fuerzas.
Ella, que fue mi aplomo en el fragor de la batalla,
bayoneta ardiente en
el cuerpo a cuerpo,
Fusil encendido que jamás dio tregua.
Ella junto al galán de la pantalla, El junto a la dos un
catorce de enero,
Bien podrían encumbrar gloria, esa pareja que atributos bien puede decirse
Que le sobra.
Un pueblo manso con anhelo y decoro, sabe de decencia y
puntual ha elegido.
Es este un pueblo humilde, muy tolerante, muy paciente,
fácil puede decirse menso
Al pasarse de paciente.
Dice de él el Gabo que es un pueblo inteligente, sabio, que
todo lo sabe, que habla veintitrés idiomas y que ni el mismo se entiende.
Que verdad es esa que rebosa inteligencia, que en altura y
decencia y grandeza
Solo puede igualarse a Gandy.
Sí, mi pueblo quejumbroso y débil, que sus llagas cual
leproso lame
Y que todavía bebe agua de cántaro y hala la carreta llena
de naranjas, mangos
Mandarinas y cocos.
Esa mano amiga de mi Guatemaya que sonríe y deja desnudo el
rostro, sin dientes,
Pero si un corazón palpitante del rojo alegre, ese pueblo
sufrido que comparte
Un elote, un tamalito, un güisquil, el café caliente, como
el abraso sudado del día a día
En su trabajo.
Por eso hoy # uno que
estas sufriendo, no puedo abandonarte, no debo hacerlo,
Porque muy hondo de mi alma, muy profundo, no sé de dónde,
pero quiero,
Yo sé que tampoco debo, pero apremio y sigo y va de nuevo.
Esa vos que suena en el desierto, fragor de la batalla allá
en el cerro,
es Tito que en
cuclillas avanza en zigzagueo, a prueba te sometes con el pueblo
y un cuatro los dados te marcaban,
Pero por esas cosa que la mente aclarar no puede, seises
cuadraron al rodar sobre la mesa
Presidente Y de premio te llevas a la reina.
Trono y reina con sabor a pueblo, ¿qué más puede pedir un
mortal? Que siempre estuvo abrasado por la muerte.
Entre canto de sirenas, ilusiones y versos de profeta, un día
la traición artera,
Desnuda una tarde queda
y la Erre abrasada por la línea vilmente convulsiona,
al Uno cual avalancha de lahares, zanjón abajo arrastra.
El Tora, Tora el dardo atravesando, no sin antes dejar su mancha
y ella,
Cual Cleopatra, rubricara con su sangre, los dos colmillos
de la cobra en pauta.
El final de la novela llega, la soledad a cobrar se apresta
y
no hay forma de
calmar el llanto de un Kaibil arrastrado al pantano por Cleopatra.
Un pueblo famélico que no pudo superar la afrenta, pues hoy
seis de septiembre
A escribir de nuevo, la historia que ha quedado inconclusa y
que convierte en fiesta.
Laeo Barona
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